Desc: La última palabra: Dirigida por Jesse Quackenbush. Con Katie Quackenbush, Jeff Blackburn, Jimmy Don Boydston, David Brown. Este documental lleva la historia del "Hombre inocente en el corredor de la muerte de Texas" a un rincón oscuro temido por todos: demuestra que un hombre inocente ha sido ejecutado por el Estado. Un choque entre el bien y el mal se produce en las Altas Llanuras de Texas cuando Johnny Frank Garrett, un chico retrasado de 17 años, es arrestado, condenado y finalmente ejecutado por la violación, mutilación y asesinato de la hermana Tadea Benz en la noche de Halloween. La monja de 76 años fue atacada mientras dormía en su habitación del Convento de San Francisco en Amarillo, Texas. Garrett afirmó su inocencia desde el momento de su arresto hasta su último aliento. Dieciséis años después de la ejecución de Garrett, surgieron nuevas pruebas de la tumba sin resolver del Departamento de Policía de Amarillo que demuestran que ejecutaron al hombre equivocado. Durante las entrevistas con actores clave, el caso de Johnny Frank Garrett se desarrolla como una receta para ejecutar a inocentes. Un fiscal de distrito obsesionado con la pena de muerte y su perro faldero médico forense, policías trepadores, medios de comunicación sedientos de sangre, jurados enfurecidos y temerosos, abogados defensores incompetentes, jueces politizados, fanáticos religiosos cazadores de brujas y un gobernador con mano de hierro y ambiciones nacionales se combinan como ingredientes perfectos. por una placa de asesinato patrocinado por el gobierno. En la declaración final de Garrett, profesó su inocencia por última vez, pero lo hizo con una voz impulsada por el odio y la venganza. En su escalofriante conclusión, Garrett prometió a los responsables de su asesinato que algún día él tendría la última palabra y que pagarían por lo que habían hecho. Para la mayoría de los enemigos de Garrett, "algún día" ocurrió hace mucho tiempo. Independientemente de la fe, a favor o en contra de la pena de muerte, La última palabra, liberal o conservadora, obliga a los espectadores a sentir no sólo el dolor colectivo que sufre nuestra conciencia social por ejecutar a inocentes, sino también el miedo individual o el no saber qué márgenes de error tienen nuestros jueces y jurados. y los verdugos encontrarán aceptable el mañana.